
Estaba reflexionando sobre esta realidad bienaventurada cuando un ángel de aquellos
que cantaron a los pastores en los campos de Belén se me aproximó espiritualmente y
me entregó una tarjeta de Navidad. ¿De quien sería? Empecé a leer. Decía:
«Queridos hermanitos y hermanitas:
si al mirar el nacimiento y ver allí al Niño Jesús en medio de José y María, junto
al buey y la mula, se llenan de fe en que Dios se hizo niño como cualquiera de
ustedes;
si consiguen ver en los otros niños y niñas la presencia inefable del niño Jesús,
que una vez que nació en Belén nunca ya nos ha dejado solos en el mundo;
si son capaces de hacer renacer el niño escondido en sus padres, en sus tíos y
tías y en las otras personas que ustedes conocen para que surja en ellas el amor,
la ternura, el cuidado para con todo el mundo, y también para con la naturaleza;
si al mirar el pesebre descubren a Jesús, vestido pobremente, casi desnudo, y
se acuerdan de tantos niños igualmente mal vestidos, y les duele en el fondo del
corazón esta situación, y pueden compartir lo que ustedes tienen de sobra, y
desean cambiar ahora mismo este estado de cosas;
si al ver la vaca, el burrito, las ovejas, las cabras, los perros, los camellos y el
elefante, en el nacimiento, piensan que todo el universo está también iluminado
por el divino Niño y que todos formamos parte de la Gran Casa de Dios;
si miran hacia el cielo y ven la estrella con su cola luminosa y hacen memoria de
que siempre hay una estrella como la de Belén sobre ustedes, que los acompaña,
los ilumina, y les muestra los mejores caminos;
si recuerdan que los reyes magos, venidos de lejanas tierras, eran en realidad
sabios y que todavía hoy representan a los científicos y maestros que consiguen
ver en este Niño el sentido secreto de la vida y del universo;
si piensan que este Niño es simultáneamente hombre y Dios, que por ser
hombre es vuestro hermano, y por ser Dios existe una porción de Dios en ustedes,
y por esta razón se llenan de alegría y de legítimo orgullo;
si piensan en todo esto, sepan que yo estoy naciendo de nuevo y renovando la
Navidad entre ustedes. Estaré siempre cerca, caminando con ustedes, llorando
con ustedes y jugando con ustedes, hasta el día en que todos, humanidad y
universo, lleguemos a la Casa de Dios, que es Padre y Madre de infinita bondad,
para vivir siempre juntos y ser eternamente felices».
Belén, 25 de diciembre del año 1.
Firmado: Niño Jesús
Leonardo Boff
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