puede contaminar el suelo y el agua, afectando la calidad de ambos recursos. La adopción
de prácticas agrícolas sostenibles, como la agricultura orgánica y el uso de técnicas de
manejo integrado de plagas, puede ayudar a reducir la dependencia de los agroquímicos y
mitigar la contaminación del suelo.
En respuesta a estas problemáticas, se han propuesto soluciones y enfoques
innovadores.La agroecología ha sido un enfoque importante para la región, como lo indica
el estudio de Gallardo-López et al. (2019). La agroecología promueve prácticas agrícolas
sostenibles que buscan mantener y mejorar la salud del suelo, reducir la erosión y promover
la biodiversidad. Esta revisión destaca las contribuciones científicas de la agroecología en
América Latina y el Caribe, resaltando su relevancia para la conservación y el uso
sostenible del suelo. Ésta ha ganado reconocimiento en la región del Caribe como una
alternativa sostenible para la producción agrícola. Este enfoque promueve la diversificación
de cultivos, el uso de abonos orgánicos y la conservación de la biodiversidad, lo que
contribuye a mejorar la salud del suelo y la resiliencia de los sistemas agrícolas.
El estudio de Montaño-Lopez, Guevara y Biswas (2021) destaca la importancia de la
investigación y el desarrollo en ciencias del suelo en América Latina y el Caribe. Estas
investigaciones son fundamentales para comprender la dinámica del suelo y encontrar
soluciones adecuadas a los desafíos actuales. Se subraya la necesidad de comprender la
relación entre los suelos y los ecosistemas, y cómo estas interacciones afectan la
productividad agrícola, la conservación de la biodiversidad y la mitigación del cambio
climático. Además, se enfatiza en la importancia de utilizar enfoques integrados que
consideren tanto los aspectos biológicos como los socioeconómicos en la gestión de los
suelos.El artículo también destaca los avances tecnológicos y metodológicos en la
investigación del suelo en la región. Se mencionan técnicas innovadoras, como el uso de
sensores remotos y sistemas de información geográfica, que permiten un mejor monitoreo y
evaluación de la calidad y estado de los suelos.
De igual manera, el informe de Rawlins et al. (1998) se centra en la contaminación agrícola
en el Caribe, haciendo hincapié en los pequeños estados insulares en desarrollo y sus
desafíos específicos en relación con la gestión de la calidad del suelo. Los efectos de la
contaminación agrícola en la región caribeña son preocupantes. La lixiviación de
fertilizantes y pesticidas puede contaminar los acuíferos subterráneos y las fuentes de agua
potable, poniendo en riesgo la salud humana y la biodiversidad acuática. Además, el exceso
de nutrientes en los cuerpos de agua puede provocar la proliferación de algas y la
eutrofización, causando daños al ecosistema marino y costero. El uso excesivo de
fertilizantes puede resultar en la acumulación de nutrientes, como el nitrógeno y el fósforo,
que pueden alterar el equilibrio del suelo y reducir su fertilidad a largo plazo. Asimismo, el
uso inapropiado de pesticidas puede afectar negativamente la actividad biológica en el
suelo y la diversidad de organismos beneficiosos.
Además de la erosión y la contaminación, los usos del suelo en el Caribe también plantean
desafíos. La expansión urbana, la infraestructura turística y la deforestación para la
agricultura y la ganadería son factores que pueden comprometer la calidad y la
disponibilidad de los suelos. Es fundamental promover un enfoque de planificación territorial
que considere la conservación del suelo y la biodiversidad, evitando la sobreexplotación de
los recursos naturales como los mencionados en el artículo de Lewis et al. (2006) explora la