comercio en América (llamada por entonces “las Indias”), tal como su padre quería: “es mi
voluntad que uno de vosotros siguiese las letras, el otro la mercancía, y el otro sirviese al rey
en la guerra” (p. 289).
La historia intercala elementos ficticios con reales. La batalla a la que se refiere el cautivo, en
la que la Liga Santa se enfrentó contra las fuerzas otomanas, es la batalla naval de Lepanto
que ocurrió el 7 de octubre de 1571. Este es un hecho histórico y autobiográfico, ya que
Cervantes participó en ella. También podemos ver otros datos históricos, como el nombre de
Juan de Austria, quien lideraba las fuerzas de los católicos, y la pérdida de España de La
Goleta y del fuerte en el año 1574.
Algunos personajes de este relato están basados en seres reales, como el personaje Agi
Morato, basado en Hajji Murad, alcalde de Argel, y su hija, Zoraida, basado en la hija real de
aquel, Zahara. Sin embargo, el compromiso de la mora con un cautivo cristiano es ficcional,
así como su huida y su deseo de convertirse al cristianismo. Por otro lado, en la historia del
cautivo, Cervantes se incluye a él mismo como personaje, "un soldado español llamado tal de
Saavedra" (p. 296), quien es el único cautivo con quien se llevaba bien su amo:
Solo libró bien con él un soldado español llamado tal de Saavedra, el cual, con haber hecho
cosas que quedarán en la memoria de aquellas gentes por muchos años, y todas por alcanzar
libertad, jamás le dio palo, ni se lo mandó dar, ni le dijo mala palabra (…) y si no fuera
porque el tiempo no da lugar, yo dijera ahora algo de lo que este soldado hizo, que fuera
parte para entreteneros y admiraros harto mejor que con el cuento de mi historia. (p. 296)
Por otro lado, el narrador de esta historia muestra un gran interés en describir con precisión
las costumbres islámicas y en explicar a la audiencia algunos términos del vocabulario árabe o
turco. Por ejemplo: “de allí a pocos meses murió mi amo el Uchalí, al cual llamaban Uchalí
Fartax, que quiere decir en lengua turquesca el renegado tiñoso, porque lo era, y es
costumbre entre los turcos ponerse nombres de alguna falta que tengan o de alguna virtud que
en ellos haya” (p. 295); “Con esto entretenía la vida, encerrado en una prisión o casa que los
turcos llaman baño, donde encierran los cautivos cristianos, así los que son del rey como de
algunos particulares, y los que llaman del almacén, que es como decir cautivos del Concejo,
que sirven a la ciudad en las obras públicas que hace y en otros oficios” (pp. 295-296); “un
papel donde decía que el primer jumá, que es el viernes” (p. 301).
El narrador también se detiene a explicar el uso de distintas palabras de acuerdo a las
regiones: “Tagarinos llaman en Berbería a los moros de Aragón, y a los de